Cuando continente y contenido casan como las piezas de un puzzle, se produce la magia y el resultado cuadra a la perfección. Fue lo que ocurrió en este piso del barrio de Justicia de Madrid. Su propietario, experto en inversión inmobiliaria y de capitales, además de coleccionista de arte, adquirió esta vivienda ubicada en un edificio de estilo afrancesado y fechada a principios del siglo XX, con el objetivo de destinarla en el futuro a su alquiler. Dada su idiosincrasia, el retrato robot del inquilino responde a un target alto con un perfil cercano al mundo del diseño del s.XX y al arte contemporáneo en primera línea. El proyecto empezó desde cero, para romper cánones establecidos en cuanto a distribución y estética. Al mayor número de habitaciones con menor espacio le sucede un modo antagónico de repartir metros cuadrados. El objetivo principal consistía en “crear un contenedor neutro y tranquilo que albergase y, a la vez, integrase, parte de la colección de arte contemporáneo del dueño”. De acuerdo con este plan, se ampliaron los espacios reduciendo el número de estancias y, así, el área pública está ahora compuesta por salón, comedor y cocina en un ámbito envuelto por el blanco de las paredes que integra la cocina para camuflarla. Los muebles de líneas rectas y lacados en blanco roto refuerzan la neutralidad y potencian la simetría, mientras ceden protagonismo a la piedra de cuarcita escogida para revestir el frente y la superficie de trabajo, un material muy resistente, que a su vez es un elemento decorativo más por el dibujo de la veta. “La cocina constituye un espacio de trabajo y convivencia por lo que se diseñó pensando en su durabilidad, practicidad y estética”. Otro material natural, la madera, reviste el suelo de toda la casa, una vez más para acompañar “una forma de vivir fluida, comunicable y cómoda”. El diálogo entre las importantes obras de arte contemporáneo- el pasillo se retranqueó ex profeso para acoger la escultura de Bernardí Roig-, y las piezas de mobiliario e iluminación, de los años 50, 60 y 70, encuentran su mayor aliado en la forma de iluminar.
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